Los vaivenes de la vida nos han traído
hacia este huerto, y con la frente alta, con la vista en el
horizonte, nos atrevemos a llevarte nuestra forma de ver la vida. Con
permiso te hablamos, respetuosamente y con cariño. No queremos
hacerte rehén de nuestras interpretaciones, sino que te invitamos a
tumbar juntos los obstáculos que nos impiden una vida libre.
Nos parece importante empezar hablando
de LA LIBERTAD, porque para nosotros, que queremos construir el
comunismo anárquico, no hay nada más valioso, que la libertad.
¿Pero
a qué nos referimos cuando hablamos de libertad?
Primero, hay que tener presente que sobre las palabras hay luchas de
poderes.
Una palabra es una convención social abstracta sobre hechos objetivos. Socialmente convenimos, para poder relacionarnos con nuestro entorno social, conceptos, definiciones, que no representan al objeto en sí, sino más bien sus características comunes. Desde que somos chicos nos entrenan los adultos a identificar los objetos y las acciones con palabras, y esas palabras con conceptos, con definiciones específicas. Como humanos, tenemos la capacidad y la necesidad, de que algo que vemos o sentimos tiene que tener un equivalente comunicativo asbtracto para poder expresarlo lo más fielmente posible para que nuestro entorno nos comprenda.
Una palabra es una convención social abstracta sobre hechos objetivos. Socialmente convenimos, para poder relacionarnos con nuestro entorno social, conceptos, definiciones, que no representan al objeto en sí, sino más bien sus características comunes. Desde que somos chicos nos entrenan los adultos a identificar los objetos y las acciones con palabras, y esas palabras con conceptos, con definiciones específicas. Como humanos, tenemos la capacidad y la necesidad, de que algo que vemos o sentimos tiene que tener un equivalente comunicativo asbtracto para poder expresarlo lo más fielmente posible para que nuestro entorno nos comprenda.
Es así que vamos avanzando a lo largo
de nuestra vida, de nuestras experiencias con el mundo, en el
conocimiento y profundización de distintos conceptos y definiciones,
vamos conociendo un sin fin de palabras y con ellas los conceptos
dados socialmente.
El lenguaje, entonces, se constituye
como una forma vital para nuestra relación individual con el mundo,
y por lo tanto, influye en la forma en que se configuran nuestros
pensamientos. Por decirlo de alguna manera el lenguaje se instala
en nuestro cerebro, como una especie de sistema operativo de nuestra
mente, y por eso es un pilar fundamental en la constitución de
nuestra personalidad. Como es fundamental para nuestra vida
social, el lenguaje se termina constituyendo colectivamente en
algo cultural.
Los conceptos y las definiciones varían
según la experiencia de esos grupos humanos con su realidad
inmediata, por eso, incluso, existen distintos modos de un mismo
lenguaje según la clase social. No es el mismo lenguaje el de las
clases altas al de las clases bajas.
Si mi pueblo llama Rati a la
policía, es porque está acostumbrado a que esa institución ejecute
el gatillo fácil en los barrios sistemáticamente, es decir, que
tiran contra ellos (rati es tira al revés). Es decir, el pueblo a
través de su experiencia directa va creando su propio lenguaje, con
sus propios conceptos. Por este
motivo es que hay
definiciones y conceptos que en otras lenguas quizás no tienen su
equivalente exacto porque la experiencia de ese pueblo en particular
aún no necesitó de esa expresión.
Decimos
que los conceptos son abstractos porque no hacen
referencia a la cosa en sí, a la experiencia directa de nosotros con el objeto tangible, inmediato, sino a sus caraterísticas
comunes ideales convencionales, a su universalidad.
Por ejemplo, vemos una tabla de madera
u otro material sólido de manera horizontal sostenida por un soporte
que le da una altura razonable con el fin de que las personas puedan
apoyar objetos diversos sobre ella. Y a eso hemos convenido que se
llama mesa. Como es un concepto concreto, sencillo, ya de muy
pequeños lo internalizamos y empezamos a usar esa palabra para
hacernos entender con nuestro entorno familiar. Claro, que cuando
escuchamos la palabra mesa, sin tener una mesa adelante, todos
imaginámos una mesa diferente, de distinto color, materiales y
altura, que va de acuerdo a nuestras experiencias directas con el
objeto mesa. Pero, aunque cada uno imagine una mesa distinta, supimos
aprender que para ser MESA escencialmente tiene que reunir
características y fines similares. Esas características y fines
similares hacen a la universalidad abstracta del objeto concreto
mesa. Si nos muestran un auto y nos dicen que es una mesa, sabemos
que se trata de un error, porque no coincide la universalidad de mesa
con las características de un auto.
Sobre un objeto meramente utilitario
como una mesa, no hay lucha de poder. No hay interés ideológico
en interpretar a una mesa de una u otra manera porque es una
palabra que no interfiere en la constitución de nuestra personalidad
política.
¿Pero qué pasa cuando la palabra tiene influencia directa en
nuestra concepción de la vida, cuando define nuestra personalidad
filosófica, y por ende, política?
Todos los humanos en algún momento de
nuestras vidas nos hemos formulado preguntas de índole exitencial,
resumidas en preguntas del tipo ¿qué somos? ¿de dónde venimos?
¿a dónde vamos?
Según cómo respondamos a estas
preguntas es que constituímos nuestra personalidad filosófica.
Somos seres filosóficos por naturaleza porque poseemos una
capacidad natural para abstraer la realidad concreta y proceder a
racionalizarla, a reflexionar, y construir ideas sobre nuestra
individualidad en este mundo.
La
raíz de la esclavitud filosófica/política reside en que los
métodos de enseñanza que reciben las clases populares están
basados en respuestas, más o menos simples, que generalmente
justifican y perpetúan al sistema dominante. Por lo
tanto, en lugar de enseñar a las personas a buscar sus propias
respuestas, y a seguir indagando, a seguir estimulando su capacidad
de racionalizar el mundo a
través de su experiencia propia, se le dan un montón de respuestas
absolutas, rígidas, e incuestionables. Todavía
oigo en el viento, la voz del campesino humilde de la pampa, cantando
aquella hermosa copla en que se preguntaba ¿quién me
enseñó a ser bruto, quién me enseñó?
Por este motivo es
que muchas veces se escuchará a los revolucionarios cuestionar a la
educación burguesa. Y la llamamos así porque enseña al
pobre, desde su educación primaria, a ser sirviente de los intereses
de la burguesía. No le enseña, no lo estimula a ser verdaderamente
libre, es decir a responderse esas preguntas existenciales de manera
propia. Y por lo tanto, aprende en la vida a actuar a favor de
intereses ajenos, inventados por los poderosos para dominarnos,
dividirnos y controlarnos.
La lectura
filosófica (el relato) que hacemos del mundo predetermina nuestra
realidad. Así las grandes mayorías de la población se ven
conquistadas filosóficamente. Esa conquista del sistema sobre
nuestro universo abstracto personal, sobre nuestra capacidad de
razocinio, nos mutila la capacidad de expresarnos profundamente, nos
limita la imaginación, ahoga nuestra creatividad. Condenando a
los esclavos asalariados a que su única razón en ésta vida sea la
de trabajar para un patrón, para que él y los suyos no se mueran de
hambre. Esa es la excusa del poder burgués para que el trabajador
entregue su vida al salario, convencido... o más bien, resignado.
Tu relato
filosófico moldea tu posición política. Si aceptamos la visión
que nos dan del mundo, aceptaremos también al sistema político
dado, sin cuestionarlo en profundidad y accediendo a participar de
este mundo claramente opresor y decadente. Nacimos sin elegir al
sistema político, y éste se nos ofrece como la única opción para
una vida social efectiva.
No hace falta ser
muy agudo para ver que el sistema político actual falla por todas
partes. Entonces se inventaron eso de la democracia (al que nosotros
le agregamos su sello de clase, democracia BURGUESA), donde
hacen de la política un espectáculo mediático, y uno elige tal o
cual candidato, por tal o cual simpatía superficial. Pero todos
ellos, como representantes de un órden burgués coinciden en lo
elemental; mantener a la población delegando sus concepciones
filosóficas personales a gente supuestamente “preparada” para
hacerlo. Contra esto, es que los revolucionarios siempre hemos
sostenido que la liberación de
los trabajadores será obra de los trabajadores mismos. Mientras
el pueblo pobre y trabajador siga delegando su interpretación
filosófico/política en profesionales de la
política, no habrá ninguna revolución social verdadera. Sólo
cambios en el maquillaje en las estructuras que nos oprimen.
“El peor analfabeto es el
analfabeto político. El no oye, no habla, no participa de los
acontecimientos políticos. Él no sabe que el costo de vida, el
precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y
de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto
político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho
diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política
nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los
bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las
empresas nacionales y multinacionales.” (Bertolt Bretch)
En palabras como Libertad, su
concepto se vuelve un abierto campo de batalla. Todas las
ideologías intentan copar su universalidad. Es decir que la
gente entienda por libertad lo que ese grupo de poder entiende por libertad. Como
el humano tiende hacia la libertad, todos utilizan esa palabra, pero
a la vez, según el relato filosófico/político que sostengan la
definirán de una u otra manera.
Los comunistas anárquicos, rechazando
la lucha por el poder político, en lo que a ganar lugares
institucionales se refiere, nunca rechazamos en ningún momento la
lucha ideológica.
Nuestro relato, nuestra concepción
filosófica/política, nació de los hombres y mujeres trabajadoras,
de los campesinos sin tierra, de la indignación del indigente, del
llanto errante de las minorías. El pensamiento comunista anárquico
nace de los hijos del pueblo que se atrevieron en rebelión contra lo
impuesto a forjar su propia concepción del mundo. Es el propio
relato de clase que se alzó contra viento y marea contra toda
imposición represora. Por eso las ideas anarquistas han sobrevivido
al paso de los años, y se han expandido en cada rebelión
verdaderamente popular. Porque es en esos fogonazos de revolución
social que en la palabra libertad reina un justo concepto.
LIBERTAD para el pueblo, es no ser
oprimidos, y no convertirse en opresores. Libertad, para el pueblo
que se vuelve conciente de sí mismo, siempre fue, es y será
sinónimo de comunismo libertario. "Convencidos
de que libertad sin Socialismo es privilegio e injusticia y que
Socialismo sin
libertad es
esclavitud y brutalidad” (Mijail
Bakunin).
Esa
luminosa libertad conciente es la que brilla en nuestro horizonte, es
en esa perspectiva que le decimos a nuestros hermanos y hermanas;
unámonos todos y
todas, fluyámos por la conciencia de la revolución social: VAMOS AL SOL.
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