martes, 26 de noviembre de 2013

HABLANDO DE LA LIBERTAD


Los vaivenes de la vida nos han traído hacia este huerto, y con la frente alta, con la vista en el horizonte, nos atrevemos a llevarte nuestra forma de ver la vida. Con permiso te hablamos, respetuosamente y con cariño. No queremos hacerte rehén de nuestras interpretaciones, sino que te invitamos a tumbar juntos los obstáculos que nos impiden una vida libre.
Nos parece importante empezar hablando de LA LIBERTAD, porque para nosotros, que queremos construir el comunismo anárquico, no hay nada más valioso, que la libertad.

¿Pero a qué nos referimos cuando hablamos de libertad?
Primero, hay que tener presente que sobre las palabras hay luchas de poderes.

Una palabra es una convención social abstracta sobre hechos objetivos. Socialmente convenimos, para poder relacionarnos con nuestro entorno social, conceptos, definiciones, que no representan al objeto en sí, sino más bien sus características comunes. Desde que somos chicos nos entrenan los adultos a identificar los objetos y las acciones con palabras, y esas palabras con conceptos, con definiciones específicas. Como humanos, tenemos la capacidad y la necesidad, de que algo que vemos o sentimos tiene que tener un equivalente comunicativo asbtracto para poder expresarlo lo más fielmente posible para que nuestro entorno nos comprenda.
Es así que vamos avanzando a lo largo de nuestra vida, de nuestras experiencias con el mundo, en el conocimiento y profundización de distintos conceptos y definiciones, vamos conociendo un sin fin de palabras y con ellas los conceptos dados socialmente.

El lenguaje, entonces, se constituye como una forma vital para nuestra relación individual con el mundo, y por lo tanto, influye en la forma en que se configuran nuestros pensamientos. Por decirlo de alguna manera el lenguaje se instala en nuestro cerebro, como una especie de sistema operativo de nuestra mente, y por eso es un pilar fundamental en la constitución de nuestra personalidad. Como es fundamental para nuestra vida social, el lenguaje se termina constituyendo colectivamente en algo cultural.

Los conceptos y las definiciones varían según la experiencia de esos grupos humanos con su realidad inmediata, por eso, incluso, existen distintos modos de un mismo lenguaje según la clase social. No es el mismo lenguaje el de las clases altas al de las clases bajas.
Si mi pueblo llama Rati a la policía, es porque está acostumbrado a que esa institución ejecute el gatillo fácil en los barrios sistemáticamente, es decir, que tiran contra ellos (rati es tira al revés). Es decir, el pueblo a través de su experiencia directa va creando su propio lenguaje, con sus propios conceptos. Por este motivo es que hay definiciones y conceptos que en otras lenguas quizás no tienen su equivalente exacto porque la experiencia de ese pueblo en particular aún no necesitó de esa expresión.

Decimos que los conceptos son abstractos porque no hacen referencia a la cosa en sí, a la experiencia directa de nosotros con el objeto tangible, inmediato, sino a sus caraterísticas comunes ideales convencionales, a su universalidad.
Por ejemplo, vemos una tabla de madera u otro material sólido de manera horizontal sostenida por un soporte que le da una altura razonable con el fin de que las personas puedan apoyar objetos diversos sobre ella. Y a eso hemos convenido que se llama mesa. Como es un concepto concreto, sencillo, ya de muy pequeños lo internalizamos y empezamos a usar esa palabra para hacernos entender con nuestro entorno familiar. Claro, que cuando escuchamos la palabra mesa, sin tener una mesa adelante, todos imaginámos una mesa diferente, de distinto color, materiales y altura, que va de acuerdo a nuestras experiencias directas con el objeto mesa. Pero, aunque cada uno imagine una mesa distinta, supimos aprender que para ser MESA escencialmente tiene que reunir características y fines similares. Esas características y fines similares hacen a la universalidad abstracta del objeto concreto mesa. Si nos muestran un auto y nos dicen que es una mesa, sabemos que se trata de un error, porque no coincide la universalidad de mesa con las características de un auto.
Sobre un objeto meramente utilitario como una mesa, no hay lucha de poder. No hay interés ideológico en interpretar a una mesa de una u otra manera porque es una palabra que no interfiere en la constitución de nuestra personalidad política.

¿Pero qué pasa cuando la palabra tiene influencia directa en nuestra concepción de la vida, cuando define nuestra personalidad filosófica, y por ende, política?
Todos los humanos en algún momento de nuestras vidas nos hemos formulado preguntas de índole exitencial, resumidas en preguntas del tipo ¿qué somos? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos?
Según cómo respondamos a estas preguntas es que constituímos nuestra personalidad filosófica. Somos seres filosóficos por naturaleza porque poseemos una capacidad natural para abstraer la realidad concreta y proceder a racionalizarla, a reflexionar, y construir ideas sobre nuestra individualidad en este mundo.

La raíz de la esclavitud filosófica/política reside en que los métodos de enseñanza que reciben las clases populares están basados en respuestas, más o menos simples, que generalmente justifican y perpetúan al sistema dominante. Por lo tanto, en lugar de enseñar a las personas a buscar sus propias respuestas, y a seguir indagando, a seguir estimulando su capacidad de racionalizar el mundo a través de su experiencia propia, se le dan un montón de respuestas absolutas, rígidas, e incuestionables. Todavía oigo en el viento, la voz del campesino humilde de la pampa, cantando aquella hermosa copla en que se preguntaba ¿quién me enseñó a ser bruto, quién me enseñó?

Por este motivo es que muchas veces se escuchará a los revolucionarios cuestionar a la educación burguesa. Y la llamamos así porque enseña al pobre, desde su educación primaria, a ser sirviente de los intereses de la burguesía. No le enseña, no lo estimula a ser verdaderamente libre, es decir a responderse esas preguntas existenciales de manera propia. Y por lo tanto, aprende en la vida a actuar a favor de intereses ajenos, inventados por los poderosos para dominarnos, dividirnos y controlarnos.

La lectura filosófica (el relato) que hacemos del mundo predetermina nuestra realidad. Así las grandes mayorías de la población se ven conquistadas filosóficamente. Esa conquista del sistema sobre nuestro universo abstracto personal, sobre nuestra capacidad de razocinio, nos mutila la capacidad de expresarnos profundamente, nos limita la imaginación, ahoga nuestra creatividad. Condenando a los esclavos asalariados a que su única razón en ésta vida sea la de trabajar para un patrón, para que él y los suyos no se mueran de hambre. Esa es la excusa del poder burgués para que el trabajador entregue su vida al salario, convencido... o más bien, resignado.

Tu relato filosófico moldea tu posición política. Si aceptamos la visión que nos dan del mundo, aceptaremos también al sistema político dado, sin cuestionarlo en profundidad y accediendo a participar de este mundo claramente opresor y decadente. Nacimos sin elegir al sistema político, y éste se nos ofrece como la única opción para una vida social efectiva.

No hace falta ser muy agudo para ver que el sistema político actual falla por todas partes. Entonces se inventaron eso de la democracia (al que nosotros le agregamos su sello de clase, democracia BURGUESA), donde hacen de la política un espectáculo mediático, y uno elige tal o cual candidato, por tal o cual simpatía superficial. Pero todos ellos, como representantes de un órden burgués coinciden en lo elemental; mantener a la población delegando sus concepciones filosóficas personales a gente supuestamente “preparada” para hacerlo. Contra esto, es que los revolucionarios siempre hemos sostenido que la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos. Mientras el pueblo pobre y trabajador siga delegando su interpretación filosófico/política en profesionales de la política, no habrá ninguna revolución social verdadera. Sólo cambios en el maquillaje en las estructuras que nos oprimen.

El peor analfabeto es el analfabeto político. El no oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. Él no sabe que el costo de vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.” (Bertolt Bretch)

En palabras como Libertad, su concepto se vuelve un abierto campo de batalla. Todas las ideologías intentan copar su universalidad. Es decir que la gente entienda por libertad lo que ese grupo de poder entiende por libertad. Como el humano tiende hacia la libertad, todos utilizan esa palabra, pero a la vez, según el relato filosófico/político que sostengan la definirán de una u otra manera.

Los comunistas anárquicos, rechazando la lucha por el poder político, en lo que a ganar lugares institucionales se refiere, nunca rechazamos en ningún momento la lucha ideológica.
Nuestro relato, nuestra concepción filosófica/política, nació de los hombres y mujeres trabajadoras, de los campesinos sin tierra, de la indignación del indigente, del llanto errante de las minorías. El pensamiento comunista anárquico nace de los hijos del pueblo que se atrevieron en rebelión contra lo impuesto a forjar su propia concepción del mundo. Es el propio relato de clase que se alzó contra viento y marea contra toda imposición represora. Por eso las ideas anarquistas han sobrevivido al paso de los años, y se han expandido en cada rebelión verdaderamente popular. Porque es en esos fogonazos de revolución social que en la palabra libertad reina un justo concepto.
LIBERTAD para el pueblo, es no ser oprimidos, y no convertirse en opresores. Libertad, para el pueblo que se vuelve conciente de sí mismo, siempre fue, es y será sinónimo de comunismo libertario. "Convencidos de que libertad sin Socialismo es privilegio e injusticia y que Socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad” (Mijail Bakunin).
Esa luminosa libertad conciente es la que brilla en nuestro horizonte, es en esa perspectiva que le decimos a nuestros hermanos y hermanas; unámonos todos y todas, fluyámos por la conciencia de la revolución social: VAMOS AL SOL.

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